¡Hola de nuevo amigos!
Luego de una larga espera por
volver a redactar, finalmente estoy de regreso. Por estos días, estuve pensando
en que es tiempo de algunos cambios, han pasado dos años desde mi última
entrada al blog y la apretada agenda acaba de encontrar un espacio para este
hermoso pasatiempo. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero sigo siendo
la amante del arte, la lectura, la libertad y recientemente del emprendimiento;
terminé la universidad el año pasado y hoy soy una flamante Licenciada de
Ciencias Administrativas.
Una de las cosas a las que a
menudo le he temido es a la soledad; sin embargo, pienso que solo te topas con
ella cuando dejas de encontrarte contigo mismo y/o cuando te olvidas de que
aunque quienes te aman y a quienes amas no están físicamente contigo, estarán
presentes incluso en la ausencia; siempre he pensado que en silencio y estando
en compañía de la naturaleza y de ti mismo es cuando tienes la mejor
oportunidad de encontrar paz y aclarar tu mente. Lo cual he comprobado
personalmente, pues hoy estuve meditando por más de una hora en el parque y me
siento completamente renovada, no hay mejor combinación que la luz del sol, a
primeras horas de la mañana, y el sonido único de los árboles al bailar con el
viento, uno de los pocos momentos que podemos disfrutar y por el que no tenemos
que pagar con dinero.
Algo que pude decidir hoy en la
mañana, luego de despejar la mente y aclarar mis ideas es que ya es tiempo de
cambiar de casa, pero esta vez para mudarme sola; siempre me llamó la atención
ver ese hábito en los norteamericanos y, lejos de querer imitarlos, he decidido
tomar como ejemplo esa actitud independentista de encontrar en la adultez la
mejor forma de demostrarte a ti mismo que puedes afrontar cualquier reto que te
propongas por ti solo; porque, por más duro que parezca mencionarlo, tu familia
y amigos nos estarán toda la vida para ti y tú no lo estarás para ellos.
Además, pienso que este tipo de experiencias sería enriquecedora para todo ser humano,
en el sentido de que nadie te limitaría en aquello que solo tú consideras
necesario vivir y que a la gente que vive contigo le parece no le gusta, es la
verdad, de vez en cuando nos pasa; nadie intentaría pasar por encima de tus
decisiones, porque solo tú tendrías la potestad de hacerlo en tu propia casa;
todos coincidimos en que esto no significa que debas cometer excesos, depende
mucho de qué estés hecho. Es así que, en mi opinión, todos deberíamos probar
esta forma de vida en algún momento de nuestras vidas.
Se avecinan tiempos difíciles,
pero interesantes con esta mudanza. Las ansias por vivir esos momentos
atendiéndome a mí misma ya empiezan a apresurarme un poco, pero sé que debo
estar preparada completamente para entonces; solo falta adquirir algunas cosas
y encontrar el lugar ideal para vivir. Me gustaría mucho que quedara cerca a la
empresa en la que trabajo, pero no tan cerca de las bulliciosas avenidas, no
pido más que tranquilidad; aunque también sería bueno que quedara cerca a la
UNMSM por los buenos conciertos que se hacen ahí (de hecho, ya estoy esperando
por el "VXR6").
Volviendo al motivo de la
entrada, conozco a personas que me han comentado sobre lo que significa la
experiencia de vivir solo y lo que conlleva; a decir verdad, resultará difícil
acostumbrarme, pero ya me considero capaz, pues siempre he tenido libertad para
decidir todo aquello que haya querido, solo me queda aprender a manejar mis
propios ingresos en el camino, ¡Vamos por ello!
Y como para no perder la
costumbre al finalizar una entrada, recomiendo la siguiente canción para hoy.
La siguiente canción me recuerda mucho a mi abuelo; no puedo evitar recordar su
forma de contar las historias típicas de los aventureros de sus tiempos, como
dice la canción: "pero ya nos vamos a encontrar".
Hasta pronto...