domingo, 31 de octubre de 2010

El rumbo del mar

Ayer fui en la tarde a la Universidad (no pude en la mañana a causa de mi sueño, cansancio y dolor de cabeza), debido a una reunión de grupo. Gracias a un amigo (aunque a veces no lo parezca) que llevó un CD de mi grupo favorito, nos pusimos a hablar de música y de buenas bandas; Edher y Julio trajeron una guitarra prestada del Tercio estudiantil, la pobre estaba muy dañada por el desgaste, y ellos "trataron" (jajaja XP) de interpretar varios temas, luego el cielo oscurecía (señal de que ya debíamos irnos); entonces Miriam y Milagros dijeron: "¿por qué no tocas una balada Julio?"; como sabrán, éstas no me desagradan, pero tampoco me gustan mucho, pero si se trata de compartir un momento agradable con mis amigos, incluso puedo cantarlas; lógicamente, el repertorio de Julio tenía que estar acompañado de una voz que cantara aunque sea un poco, bueno en esta ocasión cantamos todos o al menos lo intentamos. Cantamos: "Te quiero tanto" o "Pequeña traviesa"; ¡no importa el nombre!, lo importante es que cantamos e hicieron que cantara notas altas, lo que no acostumbro a hacer, solo grito o "canto" los covers de mis bandas favoritas y algunas baladas que recuerdo de algún tiempo de enamoramiento, y gracias a todo lo vivido ayer (XD) pude recordar que me encanta una canción que hace poco volví a escuchar, canción de uno de mis grupos favoritos y mejor banda de habla hispana MAR DE COPAS, en mi humilde opinión totalmente subjetiva, -sí el grupo que todos conocen por "Un día sin sexo", sería bueno que no se limiten a escuchar una o dos canciones y criticar a un grupo en base a ellas-, se llama “El rumbo del mar”...algunos curiosos se deben preguntar por qué me gusta tanto la canción?...la verdad solo sé que me fascina el mar, quizás ese sea el motivo o quizás que cuando la escuché por primera vez fue en la voz de una persona mayor que me gustaba mucho; en realidad, si algo habla del mar suele ser bello (por su perfección, inmensidad, tranquilidad y muchos motivos más *-*). La voz de Luis “Wicho” García me encanta y su calidad de intérprete es excelente, así que escuchen la canción por favor, al menos los amantes de la música...sé que hay muchos!...Aunque a decir verdad todos pueden hacer el intento de escucharla por lo menos una vez, sobre todo los románticos...ahí vas tú amiga...

Lema de hoy: zapatero a sus zapatos.

El rumbo del mar
Quiero ver las olas claras del mar,
quiero llegar lejos de una ciudad, aquí
estar viviendo a solas;
quiero ver tu cara en una canción,
quiero ver tu rostro en otra visión y así
vivir sobre las olas,
con rumbo sur
Labio a labio tu luz,
gota a gota un sendero azul
nos va dejando a solas.
Labio a labio tu luz,
gota a gota un ángel azul,
te vas volviendo toda.
Esta tarde muere el mar,
voy buscando el más allá,
yo y tu amor a solas
Tanto te tuviera,
tanto te quisiera al golpe de un atardecer,
tanto te tuviera,
tanto quién pudiera al golpe de una tarde
emprender un viaje al sol de tu amor.
Esta noche muere el mar,
voy buscando el más allá
de tu amor la sombra...



Ah me olvidaba!, también les recomiendo escuchar "Las piedras y el mar" de Campo de Almas, muy buena canción y habla de nuestra relación con el mar cuando solo estamos en compañía de él...

jueves, 28 de octubre de 2010

El DÍA en que Lima se puso VERDE

Hola amigos:

Lamento carecer del tiempo necesario para actualizar mi blog.

El día 26 de octubre del presente, año de muchas emociones, viví uno de los días más inolvidables de mi vida. Cual persona que nunca fue a un concierto, contaba los segundos para ver a una de las mejores bandas de rock del mundo contemporáneo; aquella banda que me envició de su música, cuando los escuché por primera vez con su mejor disco (American Idiot); aquella banda que, en algún momento, fuera la que no dejaba de escuchar un solo día en la secundaria, en mis años de rock desenfadado.

Las 40000 almas que acudimos esa noche al Estadio San Marcos y que coreábamos al unísono sus mejores temas, vivimos uno de los momentos más excitantes de nuestras vidas; fueron 2 horas y 46 minutos de gran descarga de energía del trío de Berkeley y de un público peruano con muchas ansias de buen rock y con hartas ganas de rockear.

 Comenzó la euforia a las 9 pm, cuando Billie Joe cantaba a capela "Song of the century", aún a oscuras, y continuaba la alegría con "21 Century breakdown", ya con los tres integrantes en el escenario; el público se puso más eufórico aún cuando un emocionado Billie Joe Amstrong levantaba la blanquirroja por todo lo alto, cuando el mismo Billie se ponía un chullo y cuando el gran Mike Dirnt había puesto en su rubia cabellera otro chullo peruano; sin duda, fueron los momentos más inolvidables. Como tampoco podremos olvidar a aquellos fans que, sin duda, fueron los más envidiados de la noche; aquellos personajes con los que todo el estadio se sentía identificado; el chico que, invitado por Billie, lanzose al mar de gente de la zona VIP; la afortunada fanática que además de cantar junto a Green Day "Are we the waiting" se llevó un beso del gran Billie; al pequeño Jhon que según Billie (broma) quería tomarse su cerveza; al suertudazo que tocó con la guitarra de Billie "Going to Pasalacqua" y más aún al mayor afortunado de la noche: Rodigo Ortiz Peñaranda, quien habiendo terminado de cantar "Longview" junto a Green Day y recibir los elogios de Amstrong (..."no cantas, pero lo hiciste muy bien...") recibió por parte del líder una guitarra de regalo. Tampoco olvidaremos las palabras del nunca envejecible Billie: "...ya dejen las fucking cámaras...", "...Mi corazón es de fuegooo!...", "...I love you Lima, the greatest country of the world...", "...Muchas gracias, gracias, gracias, gracias, gracias Lima-Perrúuu!..." y talvez muchas otras frases para el recuerdo, que ahora no se me vienen a la mente.


Sólo en este concierto pudimos ver a Billie echado sobre el escenario; a Tré cool vestido de mujer y piropeado por todo el estadio y por Billie, quien le dijo: "Hola mamacita chaca chaca chaca..."; a Mike Dirnt que con sus manos nos decía que estábamos en su corazón; a un Billie que nos pedía seguirle con su Eooh!, eeoooh!...y que destrozó su guitarra en pleno "Jesus of Suburbia"; al público que coreaba: ¡Olé, olé, olé, olé: Gren Day, Green Day! y los seguía con las palmas; y los mejores efectos especiales y de sonido. Y pensar que ya estaba resignada a verlos fuera del país, al igual que Oasis, y rogaba que no se separaran antes de que pueda conocerlos. Hubiera sido mejor aún que los de Zona Vip no grabaran tanto y vivieran más el concierto, el resto del estadio lo vivió mejor. Gracias Green Day por uno de los días más felices de mi vida y gracias a mi hermano que me llevó a uno de los mejores conciertos que haya visto Lima y a una de las mejores bandas que haya pisado suelo nacional. *-*






domingo, 10 de octubre de 2010

Jean Paul Sartre y Simone De Beauvoir

Ambos representantes del Existencialismo, un francés y una argelina, también defensores de la libertad en la vida y el amor; eternos amantes sin complejos ni compromisos más que con su amor y la libertad, dueños de un amor incondicional.

Mientras que para unos se trataba de una amistad ampliada, para otros, eran recíprocamente el consuelo de sus decepciones amorosas con otras personas.
Sartre decía de si mismo que era un mal amante, no quería entregarse, ni tener hijos, menos aún casarse, pero a pesar eso, a veces dejó creer que se casaría. Sartre tuvo numerosísimas amantes, y cuando terminaba una relación amorosa las mujeres pasaban a formar parte de lo que llamó su “familia”. Cada vez que ella lo trataba de machista, Sartre matizaba: "Soy machista liberal". Beauvoir y Sartre habían acordado la plena libertad en su vida sexual y sentimental, pero convinieron en no ocultarse nada, incluso los detalles.

Como ejemplo de esta relación una carta de Beauvoir:

Querido pequeño ser: 

Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: “¿De que se ríe?”. Y le contesté: “Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo”. Y replicó: “Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía”. Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.

Te beso tiernamente,
Tu Castor. 

Cuesta trabajo comprender como deriva una relación que empieza con las siguientes cartas de Sartre a los 10 años de conocer a Beauvoir:
"Si usted se acostara en este estrecho jergón, a mi lado, me encontraría muy a gusto y se me derretiría el corazón. Pero no será así y tendré que oír los ronquidos sonoros de alguien. Ay, amor mío, cómo la amo a usted y cómo la necesito. La amo con todas mis fuerzas” "Estoy algo nervioso, porque empiezo a esperar sus cartas con esfuerzo. Piense usted, por favor, que desde el sábado no he recibido ninguna. Hace diez años que la conozco y es la primera vez que ocurre esto. Amor mío, cómo me gustaría recibir noticias suyas. Mi encantador Castor, que ya me ha ofrecido diez años de felicidad, la amo a usted y la beso con todas mis fuerzas".

O lo escrito por la propia Beauvoir:
“Una gran suerte acaba de dárseme. Bruscamente, ya no estaba sola. Hasta entonces, los hombres que me habían interesado eran de una especie diferente a la mía. Me era imposible comunicarme con ellos sin reserva. Sartre respondía exactamente a mi voto de los quince años: era el doble en quien reencontraba, llevadas a la incandescencia, todas mis manías. Con él, podría simplemente compartirlo todo. Cuando lo conocí, supe que nunca más saldría de mi vida”.

Incluso Beauvoir reconoce que la monogamia no era propia de Sartre:
“Él no tenía vocación de la monogamia; se complacía en compañía de las mujeres, que le parecían menos absurdas que los hombres; no pensaba, a los veintitrés años, renunciar para siempre a su seductora diversidad”.

Su amor con Beauvoir era el amor necesario. Y todos los demás eran los amores contingentes. Henriette Nizan, la mujer del que fue amigo íntimo de Sartre y filósofo, Paul Nizan, cuenta: "Se quiere hacer de ellos (Sartre y Castor) una pareja mitológica. Es cierto que existió el amor, pero también hubo cadáveres". "Sartre era menos fiel por naturaleza. Seducía mucho, sobre todo desde que llegó a ser verdaderamente Sartre". Incluso llegaron a firmar un contrato por dos años, en el que acuerdan que vivirían juntos durante ese período lo más íntimamente que ambos pudieran soportar. Después se separarían para reemprender, durante un tiempo “más o menos” largo, una vida “más o menos” en común. Además se comprometían a contarse absolutamente todo. El contrato se enterró posteriormente de común acuerdo. En palabras del Beauvoir: “Revisamos nuestro pacto y abandonamos la idea de un contrato entre nosotros. Nuestra unión se había estrechado y hecho más exigente que en un principio; podía admitir breves separaciones, pero no largos viajes en solitario. No nos juramos fidelidad, pero nos sabíamos el ser más importante para el otro”. “Éramos de la misma especie, y nuestra unión duraría tanto como nosotros”. “Lo que nos ligaba nos desligaba; y por ese desligamiento nos reencontrábamos ligados en lo más profundo de nosotros”.

Sartre era proclive a los de excitantes y somníferos, fumaba y bebía en exceso café y alcohol, y no dormía más de cinco horas diarias. Nunca desayunan juntos. Sartre prefería despertarse solo, pues detestaba que le dirigiesen la palabra por la mañana. Ambos vivían en un Hotel de París, escribían en una cafetería, leían y discutían de cine, filosofía  y jazz.  Sus alumnos escuchaban fascinados y la lucidez de ambos se hizo mitológica en Paris. Con una de las alumnas, Olga Kozakiewicz se formó un triángulo amoroso. Llama la atención la larga relación de Sartre con las dos hermanas Kosakiewicz, de origen ruso, primero con Olga y luego con Wanda. Se cuenta que siempre las mantuvo, lo cierto es que Sartre les conseguía papeles en sus obras de teatro. Beauvoir, por su parte, incluyó en sus relaciones amorosas a algunas de sus alumnas, como Bianca Bienenfeld, a quien conoció cuando ésta tenía 16 años y que también estuvo con Sartre, a Nathalie Sorokin, hija de una señora divorciada que armó un escándalo con la policía, y a Silvie Le Bon, a la que declaró su heredera.

En 1939, Sartre es movilizado a causa de la Segunda Guerra Mundial, siendo hecho prisionero a mediados de 1940 y liberado en 1941. En 1941, Beauvoir comienza una relación con Jacques – Henri Bost, quien más tarde se casaría con Olga Kozakiewicz. Wanda tuvo un breve romance con Camus, pero todo parece indicar que todos estaban con todos. Durante toda su existencia, Sartre mantuvo romances con mujeres cada vez más jóvenes. Beauvoir lo admitía como una incapacidad para aceptar la edad adulta. Mientras, ella mantenía esporádicas relaciones con otros hombres y otras mujeres, algunas de las cuales eran a la vez amantes de Sartre. En 1945 Sartre conoce a Dolores Vanetti, norteamericana y le pagó su divorcio. Luego vino Michelle Vian, que también se estaba separando de Boris Vian. Según algunas fuentes, Michelle pudo haber abortado al quedarse embarazada de Sartre, y se cuenta éste se fue de viaje en vez de acompañarla. Aparentemente ella ya había tenido dos hijos con Vian y no quería tener otro con Sartre, luego para rematar el nudo amoroso, Michelle compaginó con otra relación con un ruso, a escondidas de Sartre, durante años. Beauvoir inició, en su viaje a Estados Unidos en 1947, un romance con Nelson Algren, un escritor norteamericano. Luego Algren fue a París y viajaron juntos por Europa y Marruecos. Pero ella siempre regresaba con Sartre. Algren no quería una relación compartida ni vivida en episodios. Ella lo amaba, pero le explicó que no iba a dejar a Sartre porque éste “la necesitaba”. Entonces Nelson Algen le propuso matrimonio y Beauvoir rechazó la propuesta, contestando en una carta que “no podría vivir únicamente de amor y felicidad”. Los buenos lectores recordarán que la vida con Algren quedó reflejada en la novela “Los mandarines” (1954), que Beauvoir tardó siete años en escribir pero que le consiguó el premio Goncourt. Algren se enfadó porque ella había utilizado su vida personal. Ella respondió con un nuevo tomo e indiferencia. Entonces dejaron de verse. Después Beauvoir vivió siete años con Claude Lanzmann, ella tenía 44 años y él 27, pero además Sartre mantuvo una relación secreta con la hermana del mismo Lanzmann, Evelyn Rey, una actriz muy atractiva, rubia. Y duró tres años en secreto porque Sartre estaba al mismo tiempo con Michelle y con Wanda. En 1949 Beauvoir publica el ensayo “El Segundo Sexo”, considerado fundador del movimiento feminista contemporáneo. Simone, al ser una mujer que ha rechazado el matrimonio y la maternidad, es duramente criticada por los sectores más conservadores. Ella arremete preguntando porqué no se le reprocha lo mismo a Sartre. Sartre adoptó como hija a Arlette Elkaïm, una argelino-judía que al principio fue su alumna y luego le nombró heredera de sus derechos de autor. 

En 1973, Sartre comienza a sufrir una ceguera casi total, aparentemente por el consumo de anfetamina, lo que lo obliga a depender de sus amigos, especialmente Beauvoir que escribe: “Ha habido en mi vida un triunfo seguro: mi relación con Sartre. En más de treinta años, sólo una noche nos hemos dormido desunidos. Este largo gemelazo no ha atenuado el interés que prestamos a nuestras conversaciones… la desgracia es la única cosa nueva e importante que puede sucederme. O veré a Sartre muerto, o moriré antes que él. Es atroz no estar cerca de alguien para consolarlo de la pena que le causamos abandonándolo; es atroz que alguien nos abandone y calle”. En 1980 Sartre muere a causa de un edema pulmonar. “Su muerte nos separa. Mi muerte nos volverá a reunir. Mejor así: ya es hermoso que nuestras vidas hayan encajado durante tanto tiempo”.

El presidente Giscard d’Estaing fue al hospital y ofreció asumir los gastos del entierro. Los amigos del filósofo no aceptaron. A las cincuenta mil personas que asistieron al entierro de forma totalmente espontánea se les llamó “la última manifestación de mayo de 1968”. A la muerte de Sartre, Arlette y Levy se llevaron sus escritos, cartas, muebles, cuadros. Ella los papeles, él los muebles. Sartre no había hecho un testamento, lo cual hubiera sido necesario para dejar a Simone objetos que habían compartido toda la vida. Pero Arlette era la heredera oficial. Cuando Simone pidió a Arlette a través de amigos algunas cosas que consideraba suyas, como un dibujo de Picasso o el sillón de la familia Schweitzer, Arlette dijo que se las pidiera personalmente, lo cual Beauvoir no hizo. Al poco tiempo, Beauvoir enfermó seriamente de neumonía. Beauvoir murió en 1986. Ambos fallecidos, pero un amor que persiste, un amor libre por siempre.